jueves, 8 de noviembre de 2012

La proclamación del Estado catalán: una historia de intentos fallidos


La proclamación del Estado catalán: una historia de intentos fallidos

En 1873, 1931 y 1934, los separatistas catalanes declararon la formación de su propio Estado a la fuerza. La misma quimera que intenta imponer hoy Artur Mas, y que siempre acabó en fracaso

ABC - Día 08/11/2012 - 11.54h
Hace poco más de un mes, el portavoz del Generalitat, Francesc Homs, aseguraba que su Gobierno iba a proclamar el Estado catalán en el Parlamento autonómico: «Siempre he pensado que veremos una Cataluña independiente», dijo. De producirse, sería la cuarta vez en la historia de España que se pruduce esta declaración unilateral e impuesta a la fuerza, en claro enfrentamiento con el Gobierno central. Las tres primeras (en 18731931 1934) fracasaron.
La proclamación del Estado catalán: una historia de intentos fallidos
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Francesc Macià, en 1933
El primer Gobierno español que tuvo que hacer frente a la proclamación del «Estat Català» fue el de Estanislao Figueres, el 5 de marzo de 1873, tan sólo un mes después de que se estableciera la Primera República. «Unos 16.000 voluntarios han declarado independiente el Estado catalán y preso a las autoridades»,contaba «La Correspondencia de España».
Este pequeño éxito del catalanismo, que tan sólo duró dos días, se produjo en una época realmente inestable de la historia del país. En los 22 meses que duró el primer experimento republicano, el Gobierno acogió a nada menos que cuatro presidentes, todos con un sinfín de problemas: la Tercera Guerra Carlista, sublevaciones separatistas como la de Cataluña, la indisciplina militar, conspiraciones monárquicas, etc.

1873: una declaración federalista

La primera proclamación del Estado catalán no fue realmente una declaración de independencia, sino federalista republicana promovida por una burguesía que utilizó el independentismo como arma de presión.
La prensa especializada destacó pronto lasdificultades de organización que acarrearía el nuevo Estado: «Ahora falta que se formen, del mismo modo, estados semi-independientes o independientes por donde quiera. Luego surgirán las rivalidades entre ciudad y ciudad por la capitalidad de cada Estado, entre provincia y provincia por ser independientes unas de otras, y no por formar un estado mismo; y hasta entre villa y villa y aldea y aldea», podía leerse en la «Revista Política».
Fueron los federaliatas José García Viñas Paul Brousse (¡un andaluz y un francés!) quienes proclamaron el «Estado catalán federado con la república española» en el Ayuntamiento de Barcelona. La experiencia duró dos días antes de ser borrada del mapa, aunque en este tiempo se llegó a hablar de formar un gobierno provisional, de convocar elecciones a las Cortes catalanas y de disolver el ejército español en la región. Pero el incidente fue superado tras una serie de negociaciones telegráficas con los dirigentes catalanes, a los que nadie apoyó en sus pretensiones. En Madrid fueron incluso reprobados por los mismos catalanes que, por una vez, se veían responsables del Gobierno central.

1931: Macià y la renuncia a su «Estado»

El segundo intento fue protagonizado por el entonces presidente de Esquerra Republicana, Francesc Macià, el 14 de abril de 1931. Tan sólo una hora después de que Lluís Companys saliera al balcón del Ayuntamiento de Barcelona para proclamar la Segunda República, Macià aparecía por sorpresa en el mismo lugar, «manifestando que, en nombre del pueblo de Cataluña, se hacía cargo del Gobierno catalán y que en aquella casa permanecería para defender las libertades de su patria, sin que pudiese sacársele de allí como no fuera muerto», contaba ABC.
La proclamación del Estado catalán: una historia de intentos fallidos
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Lluis Companys, en 1934
La nota oficial enviada posteriormente por el líder independentista decía: «En nombre del pueblo de Cataluña, proclamo el Estado catalán bajo el régimen de la República catalana, que libremente y con toda cordialidad anuncia y pide a los otros pueblos hermanos de España su colaboración en la creación de una Confederación de pueblos ibéricos».
Esta proclamación fue el primer problema que tuvo que afrontar el Gobierno Provisional de la Segunda República, que tuvo que enviar tres ministros a Barcelona para negociar con Macià. Estos consiguieron que Esquerra Republicana renunciara a su «Estado propio», a cambio del compromiso del Gobierno de presentar en las futuras Cortes Constituyentes el Estatuto de Autonomía que decidiera Cataluña. Un fracaso no tan amargo si tenemos en cuenta que de aquel acuerdo salía el germen de la futura Generalitat.

1934: Companys y el estado de guerra

La tercera y última proclamación se produjo en octubre de 1934, inmediatamente después de que se produjera la entrada en el gobierno de Alejandro Lerroux de tres ministros de la CEDA, y tras desatarse la huelga revolucionaria convocada por los socialistas.
Fue entonces cuando el entonces presidente de la Generalitat, Lluis Companys, proclamó el Estado catalán, tras acusar al nuevo gobierno español de «monarquizante» y «fascista»: «Cataluña enarbola su bandera, llama a todos al cumplimiento del deber y a la obediencia absoluta al Gobierno de la Generalitat, que desde este momento rompe toda relación con las instituciones falseadas», dijo
El periodista de ABC en Barcelona, Antonio Guardiola, contaba al detalle cómo vivio la tarde de aquella «declaración sensacional», en un artículo que titulaba «El golpe de Estado de la Generalitat». En el se podían leer cosas como: «Horas antes nos había chocado a varios periodistas observar que el coche del presidente Companys no ostentaba la bandera de la República, sino solamente la catalana», o «a las seis de la tarde, los Mossos de Esquadra nos invitaron a los periodistas a abandonar el Palacio de la Generalitat. Nadie, hasta más tarde, supo lo que acababa de acordarse en la reunión que había celebrado el Consejo momentos antes: proclamar el "Estat catalá", rompiendo toda relación con el Gobierno central. En una palabra: declarar la guerra al Estado español».

«¡Viva España!»

Al día siguiente de la declaración, el editorial de este periódico, bajo el epígrafe «¡Viva España!», decía: «Los catalanes que representa la Esquerra quieren constituir el “Estat Catalá” en la República Federal (?) de España. Hasta última hora son pérfidos, ruines, cobardes y calculistas».
La respuesta del presidente Lerroux no se hizo esperar, declarando el estado de guerra y asegurando que «estaba en un momento de lucha y que estaba dispuesto a vencer». Mientras, Companys llamaba a los suyos «para que vengan a Barcelona y defiendan la Generalitat del posible ataque del Ejército español».
Las calles de Barcelona pronto se llenaron de jóvenes de Esquerra. «Iban todos armados –contaba ABC–. Algunos llevaban, además de una magnífica carabina Winchester, una soberbia pistola automática, a veces ametralladora». La ciudad se convirtió en el escenario de la batalla entre el Ejército contra los Mossos de Esquadra y cientos de simpatizantes catalanistas.
A la mañana siguiente, Companys, los consejeros de la Generalitat, el alcalde de Barcelona y varios concejales de Esquerra fueron detenidos en la sede del Gobierno. Las calles fueron quedando vacías de gente y todo fue volviendo a la normalidad.
Más de 70 años después, la proclamación del Estado catalán vuelve a estar en boca de algunos, sobre todo tras la multitudinaria marcha independentista de la Diada, el pasado 11 de septiembre. Y Artur Mas parece haber recogido el testigo de los Macià, Companys y compañía, en esta lucha interminable.

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