miércoles, 21 de julio de 2010

EL PULPO ADIVINATORIO - La legge del polpo

EL PULPO ADIVINATORIO

ADIVINACION

SAGRADAS ESCRITURAS
Deuteronomio, 18.
VULGATA CLEMENTINA
10 Nec inveniatur in te qui lustret filium suum, aut filiam, ducens per ignem : aut qui ariolos sciscitetur, et observet somnia atque auguria, nec sit maleficus, 11 nec incantator, nec qui pythones consulat, nec divinos, aut quærat a mortuis veritatem.

VERSION PORTUGUESA
10. Não se ache no meio de ti quem faça passar pelo fogo seu filho ou sua filha, nem quem se dê à adivinhação, à astrologia, aos agouros, ao feiticismo, 11. à magia, ao espiritismo, à adivinhação ou â invocação dos mortos,


SANTO TOMAS DE AQUINO
Santo Tomás de Aquino dedica las cuestiones 92 a 96 de la II-IIae a la Superstición. Para los efectos de esta nota sólo veremos el artículo 7 de la cuestión 95, sin que por eso desmerezca el resto.
Inicio - II-IIae
c. 95
Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 95
La superstición adivinatoria
Trataremos ahora de la superstición adivinatoria (q.93 intr). Y acerca de esta materia
hacemos ocho preguntas:
1. ¿Es pecado la adivinación?
2. ¿Es una especie de superstición?
3. ¿Qué especies hay de adivinación?
4. ¿Qué decir de la adivinación por medio de los demonios?
5. ¿Y de la adivinación astrológica?
6. ¿Qué cabe decir de la que se hace por interpretación de sueños?
7. ¿Y de la que se hace mediante augurios y otras prácticas por el estilo?
8. ¿Qué decir del sortilegio?
Artículo 7: ¿Es ilícita la adivinación a base de agüeros, presagios y otras prácticas por el estilo en que se presta atención a las cosas exteriores?

Lugares paralelos en donde Santo Tomás también trata de este asunto: In Is. 2; Cont. Gen, 3, 151; De sortibus.

Objeciones por las que parece que no es ilícita la adivinación por medio de augurios, presagios y otras prácticas por el estilo basadas en la observación de las cosas exteriores.
1. Porque, si fuese ilícita, los santos no la practicarían. Pero de José leemos que auguraba,
pues nos consta (Gén 44,5) que su mayordomo dijo: La copa que habéis robado es en la que bebe mi señor y la que suele usar en sus augurios; y él mismo dijo después (v.15) a sus hermanos: ¿No sabéis que no hay otro como yo en el conocimiento de los augurios? Luego no es ilícita la práctica de tal adivinación.
2. Las aves conocen naturalmente algo sobre el tiempo que va a hacer, según aquello de Jer 8,7: El milano en el cielo conoce su tiempo; la tórtola, la golondrina y la cigüeña conocen las fechas de su emigración. Pero el conocimiento natural es infalible y procede de Dios.
Luego el aprovecharse del conocimiento de las aves para pronosticar cosas futuras, que es a lo que llamamos augurar, no es, según parece, ilícito.
3. A Gedeón se le incluye en el número de los santos, como consta por la carta Heb 11,32.
Pero se sirvió de un presagio, tomando en serio el relato e interpretación de un sueño, como
leemos en Jue 7,13, y algo parecido se nos dice de Eliecer (Gén 24,13-14). Luego tal adivinación, al parecer, no es ilícita.
Contra esto: está lo que leemos en Dt 18,10: No haya entre vosotros quien se dedique a observar augurios.
Respondo: Que los movimientos y el gorjeo de las aves o cualquier otro fenómeno apreciado en los seres de esta clase no son, como es evidente, causa de los sucesos futuros, y, por consiguiente, tales sucesos no pueden conocerse por ellos, como se conoce el efecto por sus causas. De esto se deduce que si por tales señales se conocen cosas que van a
ocurrir, será en cuanto que éstas son efectos de otras causas que producen asimismo o conocen con antelación tales eventos futuros. Decimos igualmente que la causa del obrar de los animales irracionales no es otra que cierto instinto por el que se mueven de manera natural, ya que de por sí no tienen dominio sobre sus actos, y, finalmente, que este instinto puede proceder de dos causas. Primeramente, de una causa corporal. Pues, no teniendo estos animales más que alma sensitiva, cuyas potencias son todas ellas funciones de órganos corporales, su alma está sometida a la influencia de los cuerpos que los rodean, sobre todo de los celestes. Nada impide, por tanto, que algunas de sus operaciones sean señales de lo que va a ocurrir, siempre que coincidan en lo de ser también ellas resultado de las mismas influencias siderales y ambientales de las que proceden ciertos eventos futuros.
Sin embargo, aquí hay que tener en cuenta estas dos cosas. La primera, que tales operaciones se utilicen exclusivamente para pronosticar los sucesos futuros producidos por los movimientos de los cuerpos celestes, conforme a lo dicho (a.5-6). La segunda, que no se las extienda sino a lo que de alguna forma tiene algo que ver con dichos animales. Estos, realmente, lo que obtienen por influencias de los cuerpos celestes no es otra cosa que cierto conocimiento natural y cierto instinto en lo referente a las cosas de que para su vida
necesitan: tales, por ejemplo, como los cambios de tiempo producidos por las lluvias, los vientos y demás fenómenos atmosféricos.
En segundo lugar, tal instinto puede ser efecto de una causa espiritual. Es decir, que o bien procede de Dios, como en el caso de la paloma que descendió sobre Cristo (Mt 3,16), o en el del cuervo que alimentó a Elías (3 Re 17,4-6) y en el de la ballena que engulló y vomitó luego a Joñas (Jon 3,1), o puede incluso proceder de los demonios, que se sirven de esta clase de operaciones de los animales irracionales para enredar a las almas con vanas e inútiles opiniones.
Este mismo razonamiento parece aplicable a todas las demás adivinaciones de esta clase,
excepción hecha de los presagios. Porque, aunque las palabras humanas —las que se considera que constituyen un presagio— no están sometidas a las influencias de los astros, sí que lo están a los planes de la divina Providencia, si es que no son efecto (se dan casos) de la acción diabólica.
Así, pues, hay que decir que todas las adivinaciones de esta clase, si se las extiende a más
de lo que pueden alcanzar según el orden natural o el de la divina Providencia, son supersticiosas e ilícitas.
A las objeciones:
1. Las palabras de José, de que no tenía rival en la ciencia de los augurios, según San Agustín, las dijo en bromas, no en serio, aludiendo con ellas, tal vez, a lo que opinaba de él la gente. Su mayordomo habló también así.
2. El texto citado habla del conocimiento que tienen las aves de lo que les atañe; y que no es ilícito observar su canto y sus movimientos para pronosticar esta clase de cosas: por
ejemplo, para predecir que va a llover a juzgar por los graznidos frecuentes de la corneja.
3. Gedeón escuchó el relato e interpretación de un sueño, viendo en él un presagio, como si fuera algo que la divina Providencia disponía para orientarlo. Y Eliecer hizo algo semejante dando crédito a las palabras de la niña después de haber orado a Dios.

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L'Osservatore Romano - 12-13 luglio 2010



La legge del polpo


Il vero grande vincitore dei Mondiali sudafricani è lui, il polpo Paul. Alla fine tutti hanno dovuto sottostare alla sua legge influenzata da incolpevoli cozze (che poi il polpo si mangiava): otto previsioni tutte indovinate. Le prime sette a scandire il cammino inaspettato della Germania. L'ultima addirittura ad anticipare i vincitori finali. E gli spagnoli ora pensano a un'"operazione salvataggio" dell'indovino che, se in terra iberica è ormai osannato come un eroe, rimanendo tra i tedeschi rischia invece di accompagnare le proverbiali ottime patate.